Los hombres de las cavernas no vivían precisamente en un mundo ideal de recoger florecitas y contar ovejas. Su vida era un asco, en serio. Al contrario que tú y que yo, no comían con cubiertos ni se quejaban cuando tenían una mancha, ni se lavaban los dientes ni tenían desodorante… ¿Te haces una idea de lo grotesco que debía de ser? Por si acaso, vente a la edad de piedra con esta familia de cavernícolas, ¡y ayúdalos a conseguir la cena!