Cenicienta ha dejado de ser una harapienta para convertirse en princesa. La vida en la realeza le está gustando: viajes, bailes, un jardín para sus animales favoritos... Esta tarde va a hacer ver a sus inmundas hermanastras, así que ha decidido que es el momento de ir de compras para deshacerse de sus trapos y empezar a vestir como una princesa. ¡Aunque sea para restregárselo en la cara a la bruja de su madrastra! Les va a corroer la envidia cuando la vean con esos vestidos de gala, esas joyas brillantes y esos accesorios de lujo. Entre tú y yo, a Cenicienta no le hacen falta riquezas; pero después de tantos años explotada, ¡no la culpamos por querer vengarse un poquito de sus hermanastras!